
18 Mar Se vale ser ambiciosa
En el marco del mes dedicado a la igualdad de la mujer, pero sobre todo con el ánimo de sumar a la organización esta cultura incluyente, la nota de este mes está dedicada a expresar un poderoso SÍ al se vale tener ambiciones y, mejor aún, se vale decirlo en voz alta.
La carga cultural y educativa que las mujeres venimos arrastrando se infiltra en lo más profundo de las conciencias familiares y laborales. Vivimos inmersas en las ideas preconcebidas de que las mujeres somos “muy buenas para el trabajo, muy responsables, pero… muy sentimentales, incapaces de quitarle la emoción a lo laboral”, o también “superorganizadas, meticulosas, pero… no saben hacer equipo porque tienen muchas rivalidades”, así como “puntuales, cumplidas con las fechas de entrega, hasta que… se enferma el hijo y hablan de la escuela, o los familiares necesitan ayuda”.
Y ni por asomo se ponga en tela de juicio que las que tienen el rol de mamá y esposa no cumplen con la etiqueta de súper, esa de revista, esa que los cánones establecidos requieren, porque, de no cumplirse, compruebas la premisa del “no se puede todo en esta vida”, o trabajas y eres la CEO que te plateaste, o te dedicas a tu familia.
Qué tal esta idea de “si tu hijo va mal en la escuela o si de casualidad decidiste divorciarte o no casarte, es porque pusiste el trabajo por encima de la familia”. Indudablemente, las mujeres tenemos varios papeles que cubrir: esposas, madres, directoras del hogar, trabajadoras…, sin que nadie se lo cuestione.
Lo más perverso de estas ideas preconcebidas es que las mujeres las creemos. En su libro Unapologetically Ambitious, Shellye Archambeau indica que cuando las personas se acercan y te dicen que eres una mujer ambiciosa, difícilmente lo dicen como un cumplido, cuando debería ser exactamente eso: un cumplido, y muy bien recibido y muy bien ganado.
Archambeau afirma que las mujeres crecimos con esta idea de pedir disculpas: el 10% de las veces pedimos disculpas por un error, y el 90% restante lo decimos esperando que los otros se sientan mejor. «Todos tenemos ambiciones y nadie tiene porque disculparse por ello», menciona Archambeau.
El concepto de ambición es diferente para cada quien, según Archambeau, y no se refiere a ideas tan generalizadas, como conquistar el mundo, sino una meta, algo que quieres crear, una posición que quieres tomar. Cualquier aspiración que tengas, algo que ves en un futuro cercano, eso es ambición.
Todo el mundo dice que tú puedes y que le eches ganas, sin embargo, Archambeau sugiere: «Sé estratégica, debes tener intención de lograr tu meta, sal de la zona de confort porque si haces lo que los demás hacen, tendrás los mismos resultados». Así que toma decisiones todos los días en función a esa meta, asume riesgos, y no te quedes paralizada: crea tu éxito en tus propios términos.
Cunado logres tus pequeñas metas, evita pensar que has tenido suerte. «La suerte no existe —indica Archambeau—, tú construyes tus propios escenarios, tener suerte significa contar con las habilidades adecuadas, las experiencias correctas, la actitud correcta». Las oportunidades están ahí y, en ocasiones, las dejamos pasar por esa idea equivocada de decir que no las merecemos. «Expresa fuertemente tus metas, di fuerte hasta dónde quieres llegar porque nunca sabes quién estará escuchándote para sumarte a tu esfuerzo», sugiere Archambeau.
En algunas de sus entrevistas, la autora refiere que las personas siempre le preguntan ¿qué sacrificó para lograr ser CEO?; ella siempre contesta: «Ni una sola cosa, yo hice elecciones, algunas duras, sin duda, pero nunca sacrificios, esa es la diferencia. Elegir no es sacrificarse. Hacer sacrificios significa dejar todo por alguien o algo más, mientras que una elección es algo que realizas libremente después de analizar los hechos. Tomar decisiones te empodera, hacer sacrificios te subyuga».
Así que en las palabras de esta CEO: «No te disculpes por quien eres o por lo que quieres, confía en quien eres y lo que quieres lograr».
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