Depresión en casa

Depresión en casa

Si bien la depresión puede producirse solamente una vez en la vida, por lo general, las personas que la padecen tienen varios episodios, durante los cuales los síntomas brotan en gran parte del día y casi diario.

Para muchas personas con depresión, los síntomas suelen ser lo suficientemente graves para causar problemas en las actividades cotidianas, como el trabajo, la escuela, las actividades sociales o las relaciones con otras personas. Sin embargo, otros pueden sentirse infelices o tristes en general, sin saber realmente por qué.

En casa, nuestros hijos pequeños y adolescentes, e incluso nuestros familiares mayores de 60 años, pueden cursar por episodios de depresión.

Aquí te comparto la guía que desarrolló la OMS para reconocer signos de alerta en niños, adolescentes y adultos mayores.

Síntomas de depresión en niños y adolescentes

Estos suelen ser similares a los de los adultos, pero con algunas diferencias:

  • Niños: tristeza, irritabilidad, apego, preocupación, dolores, negarse a ir a la escuela, falta de peso.
  • Adolescentes: tristeza, irritabilidad, sentirse negativo e inútil, ira, bajo rendimiento o poca asistencia a la escuela, sentirse incomprendido y extremadamente sensible, consumir drogas para uso recreativo o alcohol, comer o dormir demasiado, autolesionarse, pérdida de interés por las actividades habituales y evitar la interacción social.

 

Síntomas de depresión en adultos mayores

La depresión no es una parte normal del envejecimiento y nunca debe tomarse a la ligera. Lamentablemente, a menudo la depresión no se diagnostica ni se trata en adultos mayores, quienes pueden sentir reticencia a buscar ayuda. Los síntomas de la depresión pueden ser diferentes o menos evidentes en los adultos mayores, entre ellos:

  • problemas de memoria o cambios en la personalidad;
  • dolores físicos;
  • fatiga, pérdida del apetito, problemas del sueño o pérdida del interés en el sexo, el cual, en ambos casos, no son resultado de una enfermedad ni de un medicamento;
  • querer quedarse en casa con frecuencia, en lugar de salir a socializar o actividades nuevas;
  • pensamientos o sentimientos suicidas, en especial en los hombres mayores.

Convivir con una persona que tiene depresión no es fácil, pues la impotencia y el malestar surgen cuando vemos que alguien de nuestra familia está triste, no disfruta cosas que antes le encantaban, se siente cansado, etc.

En estas circunstancias muchas veces la irritabilidad que tiene el deprimido se une a la de la familia, la cual puede llegar a sentirse menospreciada y utilizada. No obstante, los familiares deben entender que la depresión es una enfermedad y siempre el que más sufre es quien la padece.

El equilibrio entre el deprimido y su pareja o familia será posible si estos últimos son empáticos con el enfermo, ya sea escuchándolo y estando presente. Asimismo, pueden pedir tiempo sólo para ellos, como practicar aquellas actividades que disfruten.

Si sientes que el peso de la conversación con el enfermo es demasiado para ti, entonces pon límites, toma un espacio y aplázala. Sin embargo, cuando la plática suceda y la persona termine de explicar cómo se siente, es importante que valides su malestar y que le ofrezcas otras alternativas que puedan contribuir a su bienestar, como apoyarlo a realizar alguna actividad agradable o darle un abrazo. Recuerda: es importante hacerle saber que estás su lado.

Errores más frecuentes de la familia entorno al paciente con depresión

Patricia Sánchez, cofundadora del Centro TAP, nos comparte los errores más frecuentes que suele cometer la pareja o el entorno cercano al paciente y que repercuten negativamente.

  • No es conveniente que la familia se aísle o que interrumpa el ritmo habitual de actividades agradables como si todos estuvieran enfermos, pues, a la larga, genera sentimientos de revancha con el resto de los integrantes.
  • Mostrarnos agresivos con quien sufre depresión. En ocasiones, se piensa que el paciente no hace lo suficiente, no lucha contra la enfermedad; por tanto, es posible que reaccione de manera agresiva.
  • Forzar a la persona con depresión a que haga cosas. La clave es motivar, no forzar. Ayudar a ver las ventajas de activarse para luego sentirse mejor es la única vía para que la persona con depresión se recupere.
  • Si la persona con depresión no se siente comprendida, se cerrará más y no querrá interactuar.
  • Confrontar al paciente con “siempre estás igual o siempre estás con lo mismo, ya no eres el/la de antes”. Hacer ver a nuestro familiar con depresión que esto es temporal será de gran ayuda. La familia es el motor indispensable para que el paciente salga más fácilmente de ese estado.
  • Llevar a cabo todas las tareas que el enfermo no quiere realizar. La solución puede ser ayudar y alentar, pero no sustituir (salvo en casos extremos). La razón es que la sobreprotección con el enfermo no ayuda. La persona con depresión necesita sentirse útil, que participa en las situaciones del día a día de manera activa, para encontrar bienestar y satisfacción personal, pese a que, inicialmente, le resulten muy difícil y poco atractivas.
  • No premiar por los pequeños logros. Podría parecer que la tarea o actividad que la persona ha podido realizar es mínima o pequeña, sobre todo si lo comparamos con lo que antes podía hacer o con lo que el resto es capaz de hacer; pero el reforzar cualquier comportamiento que consideremos adaptativo o positivo incrementará la probabilidad de que se mantenga e incluso se incremente.

1 Comment
  • Alma
    Publicado 20:30h, 22 mayo Responder

    Tener claros los signos de alerta en casa es de gran ayuda

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