Estrés el invitado constante

Estrés el invitado constante

Te acompaña todos los días, se sentó a tu lado en el inicio de la pandemia, se acomoda junto a ti cuando ves las noticias o escuchas el radio en el auto, es tu compañero al recoger a los chicos de la escuela, y, sin duda, estará contigo ahora que regresas a trabajar.

El estrés es tu compañero en tus retos y logros, lo necesitas constantemente, y se refleja como una reacción física mental y emocional ante cualquier situación de peligro. Además, es una respuesta natural sana y nos ha servido para sobrevivir a lo largo de la historia de la humanidad, pues ha estado con nosotros desde nuestros orígenes y nos ha ayudado a salir airosos.

El estrés es la manera en que responde nuestro sistema nervioso simpático ante alguna amenaza. Sin embargo, el cuerpo no puede mantenerse en estas condiciones de alarma permanentemente, por lo que la contraparte de dicho sistema, denominada parasimpático, hace un esfuerzo enorme para regresar al cuerpo a su estado natural y que, en palabras sencillas, equivale a que el pulso, la respiración, la presión arterial y todas las constantes y químicos de nuestro organismo que se habían alterado regresen a la normalidad.

Por lo tanto, lo más importante es comprender que esto ocurre a partir de la interpretación que damos a los estímulos que recibimos de nuestro entorno; es decir, de la interpretación que damos a los hechos que nos rodean.

De cómo respondemos o no, de cuánto reaccionamos o no, de cuánto nos permitimos afectar o no de esos estímulos externos, de esa información que recibimos dependen por completo los efectos positivos o negativos que el estrés genere en cada uno de nosotros.

Existen dos tipos de estrés: agudo, que es el estado inicial que nos pone en alerta, por ejemplo, un susto; y crónico, que es por una exposición prolongada, la cual puede ser por una enfermedad o cómo todos hemos vivido al confinamiento derivado de la pandemia.

Otros aspectos que pueden provocar estrés son:

  • Sustancias: cafeína, nicotina y anfetaminas.
  • Situaciones estresantes, como la falta de sueño y lugares con climas extremos.
  • Las exigencias laborales, los largos trayectos en transporte público, el caminar por calles despobladas, los entornos familiares conflictivos, los problemas económicos, la inseguridad, el tráfico excesivo, las pérdidas familiares y, hoy en particular, el COVID-19.

¿Qué ocurre en nuestras mentes al pensar en el contagio por COVID-19?

Tenemos miedo a enfermar, a enfermar a nuestros seres queridos, miedo a morir o a que muera alguien querido por nuestra culpa, a las secuelas del virus, a no poder salir, a perder el trabajo… En otras palabras, tenemos pensamientos negativos.

Es importante identificar las fuentes de estas sensaciones. Lo primero es darnos cuenta de que mucho de lo que pensamos y sentimos nos ocurre porque tenemos una sobresaturación de información que recibimos a lo largo del día en nuestras redes sociales.

Algunos de los síntomas de alerta que debes considerar son:

  • Irritabilidad
  • Llanto fácil
  • Berrinches
  • Aislamiento
  • Dolores de estómago o de cabeza inexplicables
  • Que no disfrutes actividades que habitualmente haces
  • Trastornos del sueño
  • Cambios notables en el patrón de alimentación

Para evitar caer en un estrés crónico lo más importante es debatir tus ideas (contigo mismo y con tus familiares y amigos) y eliminar aquellas que son producto de tu imaginación, establecer horarios para comer y dormir, dar el espacio para hacer ejercicio o salir a caminar, o para leer un libro, o para empezar esa serie de la que tanto te han contado.

 

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