Burnout o síndrome del degaste profesional

Burnout o síndrome del degaste profesional

¿Te sientes cansado o agotado? ¿Esperas el fin de semana con ansiedad para descansar, pero, al final, no lo logras y terminas más cansado? ¿Te sietes tan agotado que crees que fallas en tu trabajo?

De haber respondido afirmativamente a algunas de estas preguntas, puede ser que estés sufriendo burnout, también llamado síndrome del desgate profesional, el cual es un estado de agotamiento físico, mental y emocional, que se presenta como resultado de estrés intenso en el ámbito laboral, ya sea por hacer muchas entregas en corto tiempo o por realizar tareas que pueden generar angustia y sensaciones de culpa por no realizarlas correctamente.

A diferencia del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC), cansancio intenso y continuo cuya duración aproximada es de seis meses, el burnout se caracteriza por ineficiencia en el trabajo, fatiga e indiferencia; de ahí que también sea conocido como síndrome de desgaste profesional, síndrome de sobrecarga emocional o síndrome de fatiga laboral.

A nivel mundial, México ocupa el primer lugar en estrés laboral, esto por las jornadas de trabajo excesivas y menos días de vacaciones al año, según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). En el estudio Escala Mexicana de Degaste Ocupacional (EMEDO), realizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se demostró que más de 500 profesionistas de entre 25 y 40 años; es decir, el 100%, presentaron algún grado de estrés, mientras que el 60% manifestó altos niveles de estrés y daños físicos.

El burnout fue identificado principalmente en los entornos hospitalarios, sin embargo, al día de hoy, este fenómeno ha ido evolucionado, dejando que personas profesionistas de otras áreas puedan presentar las características de este síndrome, que son:

  • Cansancio o agotamiento: pérdida progresiva de energía, desgaste, fatiga.
  • Barreras: construcción, por parte de la persona, de una defensa para protegerse de los sentimientos de impotencia, indefinición y frustración.
  • Abandono de la realización personal: el trabajo pierde el valor que tenía para la persona.

Asimismo, otros signos pueden ser: negación, quejas, aislamiento, ansiedad, miedo o temor, depresión, ira, adicciones, culpabilidad, cambios de personalidad, cambios en el arreglo personal, cambios en la alimentación, pérdida o ganancia de peso, pérdida de la memoria y desorganización, dificultad para concentrarse y trastornos del sueño.

El tratamiento para este síndrome consiste en crear estrategias que permitan modificar los sentimientos y pensamientos referentes al proceso personal de adaptación de las expectativas a la realidad cotidiana; al equilibrio de áreas vitales (familia, amigos, aficiones, descanso, trabajo); y al fomento de una buena atmósfera de equipo (espacios y objetivos comunes).

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