
17 Abr Cambios en la relación de pareja con la llegada de los hijos
El propósito del presente artículo es abordar, desde una visión compleja y sistémica, los aspectos que componen a la pareja y su funcionamiento. De esta forma, se podrán mencionar las cuestiones prácticas de cómo manejar los ajustes con la llegada de los hijos, que es un cambio tan importante.
El objetivo también es explicar por qué en ciertas circunstancias la llegada de un hijo genera crisis en la pareja, así como mencionar, desde el aspecto preventivo, las áreas que ésta puede trabajar para evitar tener dicha crisis.
“La llegada de un hijo es sin duda un cambio de segundo orden”, afirma la terapia familiar y veremos por qué, desde los aspectos sistémicos, psicodinámicos y las zonas vinculares en la pareja.
“La pareja es la diada con mayor ambivalencia en las relaciones humanas, debido a las caracteristicas que la conforman y su funcionamiento”, señala Estela Troya.
Todo lo que nos pasa a nivel personal, con qué historias nos conecta; el tipo de apego que tuvimos de pequeños; las expectativas sociales, culturales, religiosas puestas en juego en el nacimiento del hijo, son factores importantes a considerar para dicho análisis.
La crianza es sin duda una tarea de vida muy personal, que valida y cuestiona a los padres, y resulta muy compleja y en construcción permanente. Por tanto, la llegada de un hijo viene a romper todo orden, equilibrio y homeóstasis de la pareja, pues ambos miembros se ven en la necesidad de reajustar ciertos aspectos de su vida, con el fin de darle cabida a este nuevo miembro de la familia.
Esta ruptura sucede en varios niveles, personal, familiar; inclusive en el aspecto social, de modo que implican cambios en la dinámica relacional en la pareja.
Dicho evento no se da aislado, sino que se le suman expectativas sociales, culturales y religiosas. Por un lado, gran cantidad de sentimientos ambivalentes y polivalentes acerca de la etapa del ciclo vital, una enorme alegría, amor como nunca se había sentido antes, curiosidad, estímulo de los sentidos, gratitud, bienestar y energía vital al 100%. Por el otro ―con un enrome contraste a lo anterior― una gran frustración por planes profesionales truncados, dificultades económicas, pérdida de libertad, desacuerdos de pareja, toma de decisiones y con ello desacuerdos con respecto al bebé. (En el caso del hombre, sensación de sentirse excluido o desplazado, sobreexigencias de la madre, sintiendo poco apoyo por su pareja, entre otras emociones.)
Asimismo, tampoco hay mucho espacio para hablar acerca de dichos sentimientos polivalentes, frustraciones que se generan por los nuevos roles asignados, desacuerdos, sensación de exclusión, etcétera.
Sabemos que cuando estos temas no son expuestos ni expresados, la etapa del ciclo vital, que corresponde a la crianza, se vive con sentimientos de enojo, poco apoyo y soledad, por lo que se puede afirmar que es una de las principales razones por la que se da la ruptura en el vínculo de pareja. Cabe recalcar que la flexibilidad es uno de los ingredientes esenciales.
Modalidades organizacionales
Habiendo expuesto lo anterior, se requiere entonces, de la aparición de una nueva zona: la parental. Estela Troya define a la pareja como “la intensidad, trascendencia y complejidad de emociones depositada en ella, así como su particular idealización y ambivalencia, tanto en los aspectos positivos como en los negativos”. La sexualidad es uno de sus pilares.
Ahora bien, ¿a qué nos referimos con modalidades organizacionales? El término se refiere a la forma en la que la relación comienza a concretarse y a tomar forma, la cual adquiere un matiz particular al complejizarse con ciertas características; de modo que, con la llegada del hijo, debe necesariamente aparecer la zona parental. Esta es en la que los padres se acomodarán y podrán cubrir las necesidades básicas del bebé. Aquí se asume el rol de padre y madre, y ambos deciden de forma conjunta cómo hacer frente a las vicistudes de la crianza. Además, la cultura, las creencias religiosas y el modo de educar serán acordados y negociables.
Asimismo, existe la zona paridad; esto es, la zona vincular legítima que corresponde a la pareja, y la que debe de prevalecer por encima de la primera, pues constituye la conyugalidad. En ella prevalece la exclusividad entre ellos, códigos secretos establecidos ―y nadie más comparte―; además, se da el amor, la atracción, el erotismo, la intimidad y la sexualidad.
Por último, está la zona complementaria y recíproca. Existen dos zonas simétricas caracterizadas por ser complementarias con sus recíprocos, es decir, padre-hija, madre-hijo; y sus recíprocos serían madre-hijo, padre-hija.
Factores psicodinámicos
Aquí se incluyen las defensas transpersonales, las cuales toman un papel trascendental en el aspecto psíquico del individuo y en la interacción con otras personas significativas; en este caso, la pareja. Sin embargo, todas las experiencias que le causen frustración, inseguridad y necesidades insatisfechas, así como todas las sensaciones vividas relacionalmente (tipo de apego, diferenciación, independencia, incorporación del mundo externo) irán formando herramientas internas llamadas defensas del yo intrapsíquicas, para lidiar con diferentes circunstancias.
Las defensas transpersonales van ocurriendo durante toda la vida, según las circunstancias y necesidades emocionales inconscientes de las personas, y los otros que le son significativos. Las defensas intrapsíquicas están intrínsecas en el ser humano, es decir, en el inconsciente.
El ser humano está en constante necesidad de ser confirmado por el otro, de manera que, continuamente, está siendo retrolamientado por éste y viceversa. En otras palabras, la personalidad se construye con base en la confirmación del otro.
Ronald David Laing afirma que “todas las identidades requieren de otro para ser confirmado”. Aquí, la persona, de modo inconsciente, actúa de cierta manera para recibir el reconocimiento del otro y poder sentirse valioso, querido y aceptado.
Por otro lado, John Bowlby, en su libro El apego, afirma que el tipo de apego que se establezca en la etapa temprana determinará de forma directa los estilos relacionales afectivos en la edad adulta, esto es, el estilo de apego adulto. Las relaciones de apego que se dan en la infancia permanecen en las relaciones íntimas durante la adolescencia y la vida adulta, inclusive hasta la muerte. La diferencia consiste en que en la etapa adulta son las relaciones de pareja romántica las que cumplen las funciones de apego principal. Cabe decir que la sexualidad es el elemento esencial de unión en la pareja, e incluye la búsqueda de proximidad y de contacto, tanto físico como emocional.
Factores sistémicos (contexto, cultura y ciclo vital)
El ser humano está co-construido por todo su entorno, el cual, a su vez, se encuentra compenetrado en su mundo interior: el ser humano está siendo retroalimentado por el contexto.
En la vida de la pareja, el contexto incluye todas aquellas lealtades, mandatos, mitos familiares y cultura, y esta última se transmite a través de las generaciones. La cultura es esencial en el contexto del ser humano, ya que, por medio de ella, obtiene ideologías, costumbres, ritos y mitos que lo van co-construyendo. Dicho de otro modo, la cultura alimenta las identidades individuales y sociales, pues brinda herencia gastronómica, cantos, artes, leyendas, creencias, cómo tratamos las enfermedades, cómo educar a nuestros hijos, entre muchas otras cosas.
Monica McGoldrick y Betty Carter hacen especial énfasis en la idealización de la etapa de la crianza en la cultura occidental, dado que afirman que la etapa de la crianza es de las más largas del ciclo vital en la familia, y que está cargada de complejidad, pues se requiere de una gran flexibilidad para transitar por ella.
Por su parte, Marta Lamas habla sobre el dilema de la maternidad, y menciona que, tomando como base estudios antropológicos, esta aparece como el destino natural de las mujeres, quienes hacen propia la idea cultural, mintiéndola, transmitiéndola y reproduciéndola. “El mandato a la feminidad mistifica la maternidad”, señala la autora.
No obstante, es importante también hablar de masculinidades en el ejercicio de la crianza. Juan Guillermo Figueroa hace hincapié en la importancia de tomar en cuenta la masculinidad en el proceso de reproducción, y que hay una tendencia en colocar a los hombres en un lugar secundario en el involucramiento de los cuidados del bebé. Esto último representa un riesgo silencioso para el hombre, ya que dispone de poco espacio terapéutico para hablar sobre lo que le pasa con la llegada del hijo, así como una poca oportunidad para hablar de sus emociones, expresar las frustraciones y angustias, ambas generadas a partir de la nueva etapa de su vida.
Propuesta a una transición armoniosa ante la llegada de un hijo
- A nivel preventivo. Pláticas informativas y cursos psicoeducativos y psicoprofilácticos en guarderías, hospitales, centros médicos.
- A nivel terapéutico. Grupos para padres (antes y después de la llegada del bebé).
- Espacio terapéutico para la pareja. Contratos matrimoniales, establecimiento de roles, metacomunicación, negociación y llegar a acuerdos.
- Tomar conciencia del lugar que tiene el hijo en la pareja. Asimismo, ver de qué forma excluye o incluye al hijo en este vínculo de pareja.
- Ubicar la cantidad de cambios en función a la organización de la llegada del bebé. Y ver de qué manera los cambios han permeado a cada miembro de la pareja y cómo se está lidiando con ellos.
- Entender el tipo de apego que cada miembro tiene. De tal manera que ambos logren tener el mejor vínculo con su bebé.
Hay muchas opciones para mantener a la pareja viva después de la llegada de un hijo. A modo de conclusión, comparto algunas ideas que propone The Gottman Institute:
- Realizar de pequeñas experiencias grandes momentos.
- Mostar interés genuino en tu pareja.
- Transformar todo en positivo en la interacción con tu pareja.
- Hacer de tu pareja una amistad incondicional.
- Ponerse de su lado siempre y trabajar en equipo.
Priscila Leites
Adriana
Publicado 21:59h, 22 mayoMe hubiera gustado tener esta información cuando nacieron mis hijos.